Francia ha sido históricamente la principal potencia europea de energía nuclear, actualmente solo por detrás de Estados Unidos. Esto se debe a un importante factor histórico, y es que, los principales descubrimientos de esta fuente de energía fueron obra de franceses. Fue el físico francés Antoine Henri Becquerel quién descubrió de casualidad en 1896 “una nueva propiedad de la materia denominada reactividad”. Este descubrimiento fue el centro del estudio del matrimonio de Marie y Pierre Curie, quienes realizaron una de las principales aportaciones científicas, siendo un desencadenante elemental para el desarrollo de la física. Es por ello que la cultura francesa siempre se ha enorgullecido de su contribución a la ciencia con respecto a este tema. 

 

El 27 de junio de 1954 se puso en servicio la primera central nuclear en Obninsk, en la URSS. Desde este momento, los principales países ya industrializados en la década de los 60 empezaron a instalar reactores experimentales, entre ellos Francia. En el año 1973 ya estaba dotado de 8 reactores redistribuidos en 5 centrales. Fue justo en este año donde comenzaría su expansión debido a la Crisis del Petróleo. A partir del momento en el que los países obreros optaron por disminuir su oferta energética, el precio de esta se disparó por complemento. La dependencia francesa de países exportadores de energía procedentes de estos recursos promovió su actuación gubernamental para evitar esta situación.  



Fue aquí donde intervino el primer ministro francés Pierre Mesmer con su denominado “Plan Messmer”, que consistía en la aceleración de su proyecto nuclear. Su objetivo a 10 años era construir 80 reactores y un total de 170 para el año 2000. No obstante, aunque tuvo cierto éxito, no alcanzó del todo dicha capacidad, sino que se limitó a 58 reactores en 19 centrales. Hoy en día, estos forman una auténtica parte del paisaje francés, como ejemplifica la central del Valle del Loira, rodeada de numerosos castillos.  


 

   En Francia este modelo supone más del 70% de su energía. Este tipo de industria energéticas consigue reducir costes de manera notable en contraposición al resto. Además, suponen una disminución considerable en emisiones de CO2. No obstante, no todo son beneficios; la gestión de sus recursos radiactivos no solo es altamente peligrosa para la humanidad si existiera algún tipo de defecto en el proceso, como exponen las tragedias de Chernóbil y Fukushima. , sino que supone un coste muy elevado y no totalmente seguro. En algunas centrales se almacenan incluso bajo el propio suelo de las centrales.




    En los últimos años la Transición Energética de la Comisión Europea ha desarrollado el PINEC (Plan Nacional Integral de Energía y Clima, cuyo principal objetivo es reducir el 23% los efectos de los gases invernadero. A pesar de las presiones que se han ejercido sobre la energía nuclear en las últimas décadas, el presidente francés Emmanuel Macron ha decidido seguir apostando por ella garantizando el cumplimiento del objetivo de la neutralidad de emisiones de carbono para el 2050. Sin embargo, sigue siendo objeto de controversia especialmente con respecto al resto de componente de la Unión Europea.


    Desde Bruselas se ha optado por un proyecto de clasificación de energías denominado "Taxanomía" que califica las distintas fuentes como ambientalmente sostenibles o no. Esto implica la retribución de subvenciones y su posición en el mercado financiero promoviendo la inversión en unas o en otras teniendo en cuenta a las previsiones futuras. Francia se encuentra en una continua defensa por incluir a su principal fuente como una de ellas, mientras que Alemania conforma su principal oponente rechazándola al completo e inclinándose por el gas natural.


    La última actualización respecto a este asunto es el proyecto legal propuesto por Bruselas de reconocimiento de ambas, el cuál aún debe debatirse y aprobarse. De este modo entrarían en la segunda clasificación como bajas en emisiones de carbono y que a día de hoy no se disponen de alternativas. La energía nuclear se autorizaría hasta 2045, mientras que el gas natural hasta el 2030.